martes, 29 de marzo de 2011

UNA PEQUEÑA HISTORIA PERSONAL

   Llegamos a esta localidad con corta edad desde Sarandí del Yí.
   La vida nos había puesto en el camino la grave enfermedad de nuestra madre, y ante esa complejidad la familia se sintió tremendamente afectada.
   Mi hermano mayor Daniel, buscó nuevos horizontes por estas tierras, abrazando el oficio de nuestro padre: la herrería.
   Fue aquí, a escasos metros del puente donde se radicó.
   Mi hermano no pudo tener mejor compañera de ruta que su esposa Libia, luchadora incondicional y guía de quienes la rodeaban. Siempre con su espíritu conciliador y constructivo, hizo las veces de madre y amiga . En esas ocasiones que mamá se agravaba Libia nos traía para acá. Fue entonces que tuve la oportunidad de cursar un año en la escuela 21 de Nico Pérez, para luego volver a la No. 47 del departamento de Durazno.
   Pasaron unos años y en tiempo de vacaciones visitar Nico Pérez era nuestro desvelo.
   Cuando las fuerzas de Doña Blanca (mi mamá) se agotaban, nos vinimos definitivamente de la zona rural en la cual vivíamos (Colonia Russel y Ríus), cercana a Sarandí del Yí.
   Eran tiempos de comenzar el Liceo, de hacer nuevas amistades; del complejo pasaje de la niñez a la adolescencia...
   En Montevideo la vida de mamá se apagó y nada servía de consuelo. Fue muy difícil superar esa circunstancia.
   Para salir adelante hallé en este pueblo un montón de amigas y amigos que nos aguantaron el corazón. Con muchos de ellos aún hoy seguimos caminando juntos. Algunos ya no están en este Mundo…otros andan por ahí, y quizás puedan leer esto, vaya a saber desde que rincón del Planeta.
   No puedo dejar de mencionar que acá también encontré a quien ha sido puntal de nuestro hogar y madre de mis hijos: Rossana. Es ella quien ha llevado sobre sus hombros la ardua tarea de convivir conmigo. Junto a ella construimos en los años que vivimos en la capital un montón de cosas, entre ellas una familia, para luego regresar a su terruño natal que tanto queremos. Sin ella, no hubiese realizado ni la mitad de las tareas que llevamos a cabo en los diferentes ámbitos en los cuales hemos incursionado.
   Soy un convencido que uno es producto de sus vivencias, y pese a que la vida siempre te pone una desgracia en el camino, lo mas importante es que en ese momento haya gente que te quiera y que te apoye para salir adelante. Agradezco a la vida que siempre he contado con ese capital humano, ya sea acá o en Montevideo, donde estuvimos afincados por veinte años. Sin ellos no sé que hubiera sido de nosotros.
   Y me disculpo por los errores que he cometido y que cometeré…el camino está lleno de ondulaciones y lo que ganás en la bajada lo podés perder en el repecho.
   Pero la equivocación mayor podría ser no transitarlo con valentía.

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